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Después de la democracia. De la futarquía a la holocracia.



El impacto de las tecnologías en la creación de nuevos sistemas políticos.


Hasta la fecha, la percepción generalizada sobre el impacto de las tecnologías en los regímenes democráticos se ha limitado al posible uso que se puede hacer para hacer más funcional ellos sistemas electorales mediante el voto electrónico o el impacto que las mismas tienen sobre los votantes y las contiendas electorales.


Desde la posibilidad de votar utilizando tecnología blockchain hasta la posible regulación de redes sociales por el impacto que pueden tener sobre el resultado de una elección, el problema del cambio tecnológico ha sido abordado siempre dando por sentado que el mismo se verifica dentro de una superestructura de democracia representativa.


Sin embargo, no hemos dimensionado que las tecnologías actuales tendrán un profundo impacto sobre las estructuras que mantienen a la democracia representativa y sobre la posibilidad de implementar otro tipo de regímenes políticos que antes eran imposibles justamente por diversas limitaciones fácticas que pueden ser superadas mediante la tecnología.


Sin caer en una posición aceleracionista o de ciberutopia, consideramos que las nuevas tecnologías por sí mismas permitirán reconstruir varios ámbitos de la vida pública y privada de las personas. El internet y sus tecnologías derivadas son factores que penetra lo suficiente y permiten replantear diversas realidades.


Tenemos diversos ejemplos sobre el impacto que las tecnologías tienen sobre los procesos democráticos. Las plataformas de redes sociales son en la actualidad un factor primordial para hacer campañas políticas e influir en el ánimo del electorado al saber en tiempo real de cuáles son sus inquietudes y necesidades.


La importancia e incidencia que tienen las redes sobre las elecciones y el gobierno democrático han llevado a las autoridades a cuestionar seriamente la posibilidad de regular lo que Facebook o Twitter hacen a efecto de evitar que se generen efectos perversos que terminan por confundir al electorado o los gobernados.[1] La diseminación viral de noticias falsas (fake news), de información dirigida según sesgos ideológicos o sociales y de contenidos de dudoso contenido legal o moral, son claros problemas que nacieron con las redes sociales y que pueden incidir profundamente en un proceso electoral.


Así, las redes sociales no ayudan a promover a la democracia y terminan por asfixiar al disenso en favor de posiciones gubernamentales de censura digital, utilizando los mismos medios. Se nos olvida que todo gobierno también puede pagar bloggers, bots y trolls a efecto de desvirtuar cualquier tipo de expresión política o social.[2]


Lo anterior requiere por lo menos del establecimiento de ciertos límites materiales sobre lo que se puede hacer y decir dentro de una red social. Al mismo tiempo, cualquier intento de regulación es vista por todos como un intento velado por censurar la libre expresión que existe en estas plataformas. Queda claro que las mismas plataformas han tomado medidas para tratar de eliminar los problemas del spam, cuentas falsas, trolls, bots, fake news y otros, las cuales han tenidos resultados que dejan mucho que desear.


A pesar de esta cuestión, existen autores que consideran que no existe una correlación entre el uso de las redes sociales y una afectación concreta en la realidad.[3] Así, las redes sociales sólo sirven para comunicar un descontento social y problemas políticos prexistentes, pero sin que sean un factor que juegue en contra de la democracia.


Por otra parte, existen tecnologías que parecen ser una promesa para garantizar que los procesos democráticos reflejen a cabalidad cada uno de los votos depositados en las urnas. La tecnología blockchain permitirá en un futuro cercano que las personas puedan votar de forma segura desde cualquier lugar del mundo, sin que se posible alterar el sentido de su voto y pudiendo obtener un resultado de forma casi instantánea.[4] Existen muchas dudas sobre los beneficios que este tipo de sistemas puede traer y si realmente son a prueba de cualquier intervención exterior que pudiese alterar el resultado.[5]


Hasta ahora, el debate ha estado centrado en como la tecnología afecta o mejora las democracias representativas. Creemos que es necesario considerara también que las nuevas tecnologías pueden tener como consecuencia la desaparición de la democracia para dar paso a nuevos regímenes políticos.


Las tecnologías permiten la implementación de condiciones, como en materia de seguridad o rendición de cuentas, que pueden hacer funcionales a otro tipo de regímenes políticos distintos a la democracia que conocemos hoy en día. Si las tecnologías están modificando cuestiones estructurales del sistema económico actual (economía colaborativa, monedas que no dependen de un sistema centralizado, etc), seríamos ingenuos en pensar que las mismas no afectaran a los regímenes demoráticos.


Independientemente de las cuestiones éticas y morales que siempre hacen deseable un régimen democrático, es necesario considerar que las tecnologías permiten hoy en día reconfigurar el contrato social a efecto de otorgar resultados que van más allá de la mera participación de las personas para la elección de representantes o incluso su participación mediante mecanismos de democracia directa.


Por ejemplo, tenemos a la futarquía propuesta por Robin Hanson[6] que se define como un modelo en el cual los gobernantes electos proponen diversas políticas públicas y las mismas se ponen a competir en un mercado de predicciones para definir cuál de todas ellas podría tener mayor éxito.


También tenemos a la holocracia (nacida en una empresa de tecnología) mediante la cual se rompe con la idea de que toda organización debe estar estructurada en términos jerárquicos. En esta idea los individuos son piezas autónomas pero forman parte de un todo que define el alcance de sus funciones gracias a las facilidades tecnológicas que permiten asignar tareas y darles seguimiento puntual.[7]


Por otra parte, existen posiciones que definen la calidad de un régimen político en función de la posibilidad que tiene toda persona de salir del mismo y no en función de la posibilidad de participar en el régimen. En este sentido, no importa que puedas votar o no para expresar de forma directa o indirecta que es lo que quieres de tu gobierno, sino que te puedas mudar a otro lado en caso de que no te guste tu gobierno.[8]


Es sobre esta idea que se ha propuesto la creación de regímenes políticos, inspirados en las grandes corporaciones mercantiles como la East India Company, que se basan en la elección del mejor administrador posible a efecto de que conserve y haga crecer el patrimonio de los habitantes de ese espacio territorial.[9] El control sobre su entrada y salida se justifica con la posibilidad de establecer tecnologías que permitan que el uso de armas asignadas al ejército y policía dependa específicamente de un permiso otorgado por medio de un código.


Para el movimiento aceleracionista, que posiciones de derecha y de izquierda, es necesario acelerar y exacerbar las contradicciones del actual régimen capitalista/democrático para pasar a nuevos sistemas económicos y políticos.[10]


La sociedad postcapitalista está a la vuelta de la esquina. Para algunos ya est´pa a punto de cumplirse profecía de Marx anunciada en su “Fragmento de las máquinas” en la que la mayor parte del trabajo será hecho por máquinas, por lo que tendremos que replantear conceptos como el trabajo y el valor que da a las cosas y la dignidad humana.[11] Para otros viene una época de prosperidad y seguridad sin paragón que estará acompañada por un crecimiento del estado policial. Es claro que el impacto de la tecnología en la economía tendrá a su vez repercusiones serias sobre las formas de gobierno del futuro. Tal vez es momento de empezar a hablar de ello.

[1]Alexis Madrigal. What Facebook Did to American Democracy. The Atlantic. Oct. 2017.

[2] Evgeny Morozov, The Net Delusion: The Dark Side of Internet Freedom, Public Affairs, New York, 2011.

[3] Lisa Anderson, Demystifying the Arab Spring, Parsing the Differences Between Tunisia, Egypt, and Libya, Foreign Affairs, May/June 2011.

[4] https://hackernoon.com/why-do-voting-systems-need-blockchain-e85e747e906d

[5] https://www.cnet.com/news/blockchain-isnt-answer-to-voting-system-woes/

[6] http://mason.gmu.edu/~rhanson/futarchy.html

[7] www.holacracy.org

[8] Alfred O. Hirchsman. Exit, Voice and Loyalty. HUP. 1972.

[9] Nick Land. Fanged Noumea. Urbanomic x Sequence. 2017.

[10] Mackay & Avessian, #Accelerate: The accelerationist reader, Urbanomic. 2014.

[11] Karl Marx. Grundrisse. Penguin Books. 1993.

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