top of page

Los delitos que ya cometiste, pero aún no lo sabes.



¿El título de esta reflexión te parece algo demasiado futurista o un mal episodio de dimensión desconocida? Piénsalo dos veces, el día de hoy pueden existir registros involuntarios dejados por ti mismo que pueden constituir alguna conducta delictiva.


Aunque no lo sepas, existe una cantidad gigantesca de información tuya en la red, mucha de la cual no sabes que estás generando y compartiendo. Sólo para darte un ejemplo, cada vez que tomas una foto y la subes a alguna red social o plataforma, la misma tiene información relativa al lugar en el cual fue tomada (coordenadas de longitud y latitud), la fecha y la hora.


Por otra parte, el mero rastreo del chip de tu teléfono mediante una tecnología que se puede conseguir en Radio Shack o Steren, sabe en donde estuviste y cerca de que otros celulares estuviste.


Así, es sumamente fácil saber a quién has visto recientemente o donde has estado. Olvídate de poder mentir a tu jefe con que no fuiste a trabajar, ya que puede saber sin mucha dificultad que estuviste tomando cerveza en un bar con tus amigos.


El alcance de las fugas de información que generas al usar internet y redes sociales es algo que todavía no llegamos a dimensionar. Por ejemplo, Facebook fue citado como causa de divorcio en cada una de tres separaciones durante 2011.[1]


Todas tus actividades en línea dejan un rastro de información que es aprovechado por redes sociales, empresas especializada en venta de datos y diversos tipos de criminales, incluyendo a la delincuencia organizada.


Los datos y materiales que subes son de las redes sociales y plataformas. Estas condiciones vienen establecidas en los términos de uso, las cuales son determinaciones unilaterales escritas en el peor idioma leguleyo posible, diseñadas específicamente para que no las leas y solamente las aceptes.


De conformidad a Lessig, el legislador único de internet es el código de programación.[2] Un cambio de código es un cambio de ley. La arquitectura de la red y de las plataformas que operan dentro de ella se definen por los códigos que se usan. En este sentido, las plataformas pueden ser modificadas de forma unilateral y se redefinen los términos de los servicios sin que sea necesaria la anuencia de los usuarios.


Así, de la noche a la mañana, se pueden cambiar los términos sobre el uso y destino que se le pueden dar a tus datos, sin que esto sea una cuestión que tu puedas apelar. Inclusive si decide que en ese momento dejas la red social o plataforma, es muy probable que se quede con toda la información que ya diste de forma voluntaria y que se quede con la información que pueda llegar a recolectar vía los terceros que hablan sobre ti (fotos en las que estés y seas señalado).


Independientemente de los severos problemas de privacidad y confidencialidad de tus datos, existe una cuestión sobre la cual aun no se ha escrito lo suficiente. En específico que la información acumulada sobre ti, una vez que es depurada, analizada detenidamente o concatenada con otra información puede develar la comisión de conductas ilegales.


Recordemos que el internet y tus sitios preferidos guardan datos sobre casi todas las conductas que has llevado a cabo. La parte más importante de su negocio es justamente vender esa información para generar y hacerte llegar publicidad hecha a tu medida.


Pero esto tiene un gran inconveniente, además de la invasión total a tu privacidad. Aunque no lo creas, escondido en tu celular, tus fotos o tus documentos de seguro hay algún delito o falta que ni siquiera tenías idea de haber cometido.


Es muy probable que hayas hecho algo contra la ley, solamente no lo sabes aún. Y como una espada de Damocles, esta información está en la nube, esperando el momento en que alguien la vea o la busque para que regrese a espantarte el sueño.


Pensemos. ¿Cuántas fotos tuyas tienes en las cuales sales bebiendo al lado de menores? ¿Cuántas fotos de tus compras en el extranjero has subido a Instagram y las mismas no corresponden a la cantidad que reportaste a la aduana a tu regreso? ¿En serio puedes probar que todas las cosas que presumes haber comprado son acordes a los ingresos que has reportado al fisco?


Si tomas en cuenta que el 86% de las fuerzas policiales de los Estados Unidos (cuestión que empieza a ser imitada en otros países) revisa rutinariamente las redes sociales en búsqueda de sujetos o conductas sospechosas, la cosa se ve mucho peor.


Queda claro que hay algo terriblemente escabroso en que exista tanta información sobre nosotros que en algún momento puede ser sacada de contexto y usada en nuestra contra. ¿Existe algún remedio?


Lo primero es tratar de reducir drásticamente la cantidad de información que voluntariamente compartimos en redes y plataformas y que a veces estamos dispuestos a dar a cambio de un juego gratis.


También es necesario definir en qué tipo de plataformas queremos estar y el tipo de información que vamos a compartir. Es muy importante revisar los términos y condiciones de uso para no llevarnos una mala sorpresa.


No obstante, es muy difícil que en un futuro mediato puedas tener control inmediato sobre tu información. Será necesario revisar las políticas de tratamiento de datos de tus redes sociales y otras plataformas, partiendo de la idea de que la información sobre lo quién eres, qué haces y que te gusta sólo puede ser explotada por ti.

[1] Marc Goodman. Future crimes, Anchor Books. New York. 2016.

[2] Lawrence Lessig. Code: and other laws of the cyberspace. Version 2.0. CC. Attribution. 2006.

bottom of page